jueves, 10 de noviembre de 2016

Goethe y Shiller

Goethe,  contemporáneo que no se ocupó sistemáticamente de la educación pero en gran parte de sus obras expuso ideas pedagógicas y en una de sus obras más importantes dedicó gran parte a la llamada “Provincia Pedagógica”.  Estuvo influido por la ideas de Rosseau y Basedow, pero difiere de ellas en muchos puntos.

Para Goethe la educación es una labor espiritual, humanización. Lo característico del hombre es la vida y en este sentido la pedagogía de Goethe  es ante todo una pedagogía vital. En ella emplea la idea del desarrollo de la metamorfosis a partir de un núcleo original que se manifiesta en formas diversas, pero que se revela de igual en todas sus manifestaciones. El desarrollo del desarrollo en que consiste la educación no se realiza de un modo natural, predeterminado y pasivo,  sino solo mediante la acción y el esfuerzo propios, el hacer constituye uno de los rasgos esenciales de la pedagogía de Goethe.

Goethe no es sentido estricto un filósofo, acabó por forjarse una visión naturalista, profundamente unitaria, de la realidad. La formación humana es un hecho unitario y total, constituido de experiencia viva y práctica, pero al cual contribuye también la contemplación amorosa casi religiosa de las infinitas formaciones naturales.

En una de sus obras intenta delinear en forma más concreta sus conceptos educativos mediante la representación de lo que él llama “la provincia pedagógica”. Se trata de una imaginaria y dichosa comarca, donde los niños se educan en el modo más natural, iniciando gradualmente por sus inclinaciones y su grado de madurez, en actividades agrícolas, artesanas y artísticas.

Por consiguiente el pensamiento goethiano sobre la educación sigue una curva paralela a la de su desarrollo espiritual y artístico, tres fases principales:

1.     Reivindicación del derecho a desenvolver y expresar libremente la propia naturaleza
2.     Persecución del ideal clásicamente armónico, constituido sobre el modelo de la paideia griega
3.     Preocupación de atender más bien a las exigencias de formación social, con fines de servicio social a través de actividades sociales.

Shiller, se ocupa de la educación en relación con la estética, para él no hay otro camino para hacer racional al hombre sensible que no sea el arte, constituyo también una teoría sobre el juego como medio para la formación de la personalidad.

Arranca de la experiencia del Sturm und Drang para llegar más tarde a un ideal de equilibrio clásico. Sin embargo, estaba dotado de un intelecto y una cultura más concretamente filosófica, formuló su ideal en términos precisos a los que dio una interesante justificación teórica.

Existe la posibilidad de hacer que los dos instintos actúen al unísono y el que la crea es un tercero instinto:
1.     El instinto del juego, da la forma a la materia y confiera realidad sensible a la pura forma racional.
2.     Juego físico, en lo que el ser animado de rochan en movimientos placenteros su exuberante plenitud.
3.     Juego estético, es esencialmente un movimiento de la imaginación.


La experiencia estética, en cuanto experiencia de ese equilibrio dinámico entre opuestos impulsos prácticos, es al mismo tiempo plenitud sentimental y libertad, porque quien  realiza en si un tal “estado estético” de indeterminación esta siempre en plena libertad de disponer en sí mismo de acuerdo en los dictámenes ulteriores de la moralidad.

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